Iniciamos la Tertulia con el tema “Uso y Abuso del Populismo”. De entre todas
las intervenciones habidas cabe destacar las siguientes:
1ª La RAE
define como Populismo “la tendencia política que pretende atraerse a las
clases populares”; así de escueto y claro. ¿Porque entonces nos suena tan mal
este vocablo, si por su propia definición encaja perfectamente en una práctica
llevada a cabo por toda la clase política?
2ª Son los medios de comunicación, generalmente
afines al poder dominante, quienes pudiendo corregir o aclarar el sentido de
dicha palabra cuando es pronunciada despectivamente y con mala intención, se
limitan a transmitirla e incluso a darle
un sentido todavía más hiriente hacia quien va dirigida.
3ª Acusar de populista es una maniobra que tiene
réditos para el demandante y deja indefenso al demandado. Sin necesidad de
explicar su significado, cuando se trae a la mano se convierte en un insulto.
En definitiva, perjudica. Es uno de esos conceptos mal traído para solucionar
problemas de impotencia por falta de vocabulario.
4ª Muy en general son las fuerzas conservadoras
quienes más suelen atacar de populismo a las distintas oposiciones, que en
determinados momentos intentan oponerse a las políticas llevadas a cabo por los
gobiernos representados por los partidos de derechas.
5ª Sin embargo es fácil observar que es la propia
derecha quien hace uso y abuso continuado de populismo.
6ª Entonces hay que distinguir sobre la
intencionalidad del uso de populismo según lo practique la izquierda o la
derecha. Hay que pensar que el populismo de izquierdas pretende liberar a las
clases más desfavorecidas, en tanto que el populismo de derechas intenta lograr
domesticarlas.
7ª Hay términos muy mal intencionados en política,
sobre todo cuando se usan por parte de quien ostenta el poder: a la oposición
se la tacha de radical, cuando ésta palabra en su justo término significa ir a
la raíz de la cuestión. Quien la aplica, intenta significar la intransigencia
violenta del opositor. Cuando el que ejerce el poder se tacha de liberal
pretende aparecer como persona abierta a todos los modos de pensamiento y obra.
Sin embargo el fondo real es que su pensamiento está anclado tan sólo en el
liberalismo económico despreciando todo lo demás.
8ª ¿Fue Jesucristo populista? Cabe pensar que sí,
pero en este caso aunque sólo sea por el respeto a su figura a nadie se le
ocurriría tacharle de populista en la forma hiriente con que se hace a los
movimientos populares.
9ª El populismo no es una cosa que podamos elegir o
no, porque el sustrato de mundo político es necesariamente populista. Hay que
comprender que no se puede hacer política al margen del pueblo, porque el
pueblo tiene una determinada consistencia, habla un determinado lenguaje y tú
no puedes cambiarle la forma de hablar.
10ª Si no tenemos un populismo de izquierdas, lo
tendremos de derechas. En cualquier caso, es para defender el populismo no como
algo bueno, sino como algo inevitable.
11ª En cuanto al uso de la estrategia populista, un
buen ejemplo es el papel de la religión en los movimientos políticos. En
Latinoamérica, la religión había tenido un importante papel con la teología de
la liberación, que de alguna forma trasvasaba el discurso católico al marxismo,
y eran muchos los curas que se comprometieron políticamente, incluso llegaron a
montar guerrillas.
12ª Determinados movimientos latinoamericanos
entendieron que esa posibilidad que tenía la religión de captar la voluntad
popular podía ser también utilizada políticamente por la izquierda, y eso fue
lo que ocurrió en Venezuela, Ecuador, en los movimientos indígenas en Bolivia e
incluso en Argentina.
13ª ¿Por qué son vistos desde Europa como muy malos
ejemplos? Sin lugar a dudas, por los medios de comunicación. No han parado de
mentir, mentir y mentir. Eso está claro. Ha habido una unanimidad prácticamente
absoluta, excepto en medios marginales, para cubrir de basura cualquier
movimiento que tuviera alguna posibilidad de enfrentarse al FMI, al Banco
Mundial, a la OCDE, a la Organización Mundial del Comercio.
14ª Cuando se coloca la etiqueta “populista”
también se juzga a todos aquellos que dan apoyo a tal movimiento. Votar a un
populista es votar a un demagogo que, en definitiva, es una mutación del
mentiroso. Por ello, se esta metiendo en el saco sin ningún tipo de rubor a
miles de personas que por algún motivo están dando su apoyo a tal persona. Por
lo tanto, por todas sus implicaciones, el periodista debería ser más riguroso y
preciso al utilizar este término, y mostrar un poco más de humildad en sus
valoraciones.
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