Como homenaje a Cervantes y al día del libro
tenemos como tema de la Tertulia “Intención
y Silencio en el Quijote”, del
cual destacamos los siguientes puntos de análisis:
1ª Cervantes le da una gran importancia a los
silencios, referidos éstos a lo que se calla intencionadamente o no: “…pido
que no se desprecie su trabajo y que le den alabanzas, no por lo que escribe,
sino por lo que ha dejado de escribir”.
2ª Pero por otro lado, también exige cierto
compromiso con el hacer, el decir: “…un hombre no es más que otro, si no hace
más que otro”. “… las obras que se hacen declaran la voluntad que tiene el que
las hace”.
3ª Para Cervantes el hombre ve las cosas a través
de sus gustos o deseos. Creemos fácilmente aquello que deseamos y a veces forzamos
nuestra visión del mundo para ajustar los hechos a nuestros preconceptos: “…y
eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí el yelmo de Mambrino, y
a otro le parecerá otra cosa”.
4ª Contra la murmuración, el insulto, la
mordacidad, la envidia y el odio que genera la sociedad, también nos ofrece su
visión: “…No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que
será nunca acabar; ve con tu segura conciencia y digan lo que dijeren; y es
querer atar las lenguas de los maldicientes lo mismo que querer poner puertas
al campo”.
5ª Sobre la asignación personal de la cultura
distingue perfectamente quienes son merecedores de ella: “…y no penséis, señor, que yo
llamo aquí vulgo solamente a la gente plebeya y humilde, que todo aquel que no
sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en el número de vulgo”.
6ª Cervantes, dialécticamente, se ha adelantado
cinco siglos a su época. Nos muestra que la ideología es el hacer y que no hay
enseñanza más eficiente que la emanada de la imagen percibida por el lector.
Ese es su método. “…yo te perdono conque te enmiendes y con que no te muestres de aquí en
adelante tan amigo de tu interés, sino que procures ensanchar el corazón”.
7ª Cuando Sancho declara su asombro por el hecho de
que Altisidora pudiera haberse enamorado de una figura tan risible como la que
mostraba su amo, don Quijote le advierte: “…Sancho, hay dos maneras de hermosura, una del
alma y otra del cuerpo. La del alma se muestra en la honestidad, en la
liberalidad y en la buena crianza. La del cuerpo si no va acompañada de estos
valores, se queda en nada”.
8ª La palabra deambula en el campo de la libertad y
constituye la nueva causa de la dignidad humana. Renunciar a esta conciencia
supondría el abandono del propio desarrollo, abdicar de todo objetivo
humanístico: “…llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más
libertad, porque sus habitantes no se miran en muchas delicadezas; cada uno
vive como quiere, porque en la mayor parte de ella se vive con libertad de
conciencia.
9ª Don Quijote declara la guerra a la Santa
Hermandad, es decir a quienes son representantes del poder establecido: “…venid
acá, gente soez y mal nacida, ¿saltear de caminos llamáis al dar libertad a los
encadenados, soltar los presos, acorred a los miserables, alzar los caídos,
remediar los menesterosos? ¡Ah, gente infame, digna por vuestro bajo y vil
entendimiento…! Venid acá, ladrones en cuadrilla, que no cuadrilleros,
salteadores de caminos con licencia de la Santa Hermandad…”.
10ª Cuando el tirano se inspira en garantizar su
seguridad y pervivencia, no para en barras, ni viene a examinar si sus agentes
son más o menos idóneos: “…y más que por muchas experiencias sabemos
que no es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser uno gobernador,
pues hay por ahí ciento que no saben leer…”, “…porque tan a pique está de
rebuznar un alcalde como un regidor”.
11ª La censura es una carga demasiado pesada en el
ánimo del hombre de pensamiento. El temor le invade, sumiéndole en la confusión
y el desconcierto. Lo más cómodo es aceptar las cosas como están y renunciar a
toda aventura: “…si no me entienden, no es maravilla que mis sentencias sean tenidas
por disparates. Pero no importa; yo sé que no he dicho muchas necedades en lo
que he dicho”.
12ª En toda sociedad organizada con sujeción a
normas aptas para su propia evolución y desarrollo (sociedad de derecho), la
libre crítica, los grupos de oposición son una garantía de moralidad pública: “…entiendo
que los jueces y gobernadores han de ser de bronce, para no sentir las
importunidades…”.
13ª El hombre se sumerge en el tener y olvida el
ser. Nada es atractivo ni estimulante para él, salvo el fenómeno de la riqueza:
“…la
abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen. Y la
carestía, aun de las malas, se estima en algo”. Refiriéndose al
abandono temporal de su rucio nos declara su profundo sentimiento: “…pero,
después que os dejé, y me subí por las torres de la ambición y de la soberbia,
se me han entrado en el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil
desasosiegos”.
14ª Cervantes (ya hemos tenido ocasión de meditar
sobre ello) sabe llorara a España. Una España creada por la mala conciencia de
nuestros compatriotas responsables (perennes mandatarios), que los hombres de
honesto juicio rechazaron siempre con desprecio: “…porque los extranjeros, que con
mucha puntualidad guardan las leyes de la comedia, nos tienen por bárbaros y
por ignorantes, viendo los absurdos y los disparates de las que hacemos”.
15ª ¿Por qué asegura Cervantes que los escritores
españoles eran tan despreciados? No nos lo dice, pero la causa no le es
ignorada. Entre los escritores extranjeros había comunicación y libertad. En
España era peligroso incluso leer a Erasmo. La poderosa Inquisición, con su
filipesca política del cordón sanitario, impedía toda confrontación y
consiguientemente, todo desarrollo. Nos cocíamos en nuestra propia salsa, cada
vez más consumida, más concentrada por el continuo hervir, hasta llegar a la
pestilencia por abrasión.
16ª Para los que piensan que Don Quijote no está loco sino que es una forma de ver la vida, este relato quizá defina a este personaje de Cervantes:
Si me siento impulsado a decir la verdad por miedo al castigo, o ayudar a un amigo para no perderlo, o a cumplir una promesa potr miedo a que alguien se entere y piense mal de mí, estoy haciendo lo que debo. Sin embargo, cuando los motivos para actuar son el miedo, el egoismo o la conveniencia, realmente no soy libre. Actúo condicionado por el fin que persigo: evitar el castigo, no estar sólo o que todos piensen que soy buena persona. Mi moral es así heterónoma, es decir, sus normas de actuación dependen de criterios externos.
En cambio, cuando digo la verdad, o ayudo a un amigo, o cumplo mis promesas porque tengo el íntimo convencimiento de que es lo que debo hacer, me doy cuenta de que nadie más que yo mismo me obliga a actuar así. Cuando no importan ni los posibles castigos, ni los intereses personales, ni lo que piensen de mi, actúo con absoluta autonomía; lo que cuenta es la convicción de que cumplir con mi deber supone respetar la dignidad de las demás personas y la mía propia.
16ª Para los que piensan que Don Quijote no está loco sino que es una forma de ver la vida, este relato quizá defina a este personaje de Cervantes:
Si me siento impulsado a decir la verdad por miedo al castigo, o ayudar a un amigo para no perderlo, o a cumplir una promesa potr miedo a que alguien se entere y piense mal de mí, estoy haciendo lo que debo. Sin embargo, cuando los motivos para actuar son el miedo, el egoismo o la conveniencia, realmente no soy libre. Actúo condicionado por el fin que persigo: evitar el castigo, no estar sólo o que todos piensen que soy buena persona. Mi moral es así heterónoma, es decir, sus normas de actuación dependen de criterios externos.
En cambio, cuando digo la verdad, o ayudo a un amigo, o cumplo mis promesas porque tengo el íntimo convencimiento de que es lo que debo hacer, me doy cuenta de que nadie más que yo mismo me obliga a actuar así. Cuando no importan ni los posibles castigos, ni los intereses personales, ni lo que piensen de mi, actúo con absoluta autonomía; lo que cuenta es la convicción de que cumplir con mi deber supone respetar la dignidad de las demás personas y la mía propia.