Con el tema “Los
Renglones Torcidos de Dios” iniciamos la Tertulia, de todas las aportaciones
realizadas parecen más interesantes las siguientes:
1ª Quizá la verdadera locura no sea otra cosa que
la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo ha tomado
la inteligente resolución de volverse loca.
2ª Los centros psiquiátricos son los hijos pobres
de la medicina; además de estar poco dotados de medios se propaga desde los
mismos medios oficiales y mediáticos una imagen de cierta desconsideración.
3ª Si todas las personas tenemos ciertas
limitaciones, bien sea en aptitudes físicas, mentales o en comportamientos
debidos al carácter, ¿de qué nos sirve cargar expresamente sobre aquellas que
bien sea por traumas recibidos o por deficiencias orgánicas se sientan apartados
de la llamada vida normal?
4ª Cuantas personas de las llamadas normales
cometen actos de verdadera locura o mantienen comportamientos con los demás,
que de no ser por la actitud serena de quienes se ven atropellados por
aquellos, estarían de pelea permanentemente.
5ª Muchos de los que ingresan en centros
psiquiátricos lo hacen mediante
procedimientos legales (mejor llamados “secuestros legales”). Mediante el
informe emitido por un facultativo el juez determina el ingreso en el Centro,
de la misma manera que ingresa un delincuente en prisión. Al afectado no se le
pide opinión al respecto, viéndose forzado en muchos casos a ingresar en contra
de su voluntad.
6ª Algo anda mal en las llamadas sociedades
modernas y sobre todo en las grandes ciudades. En una sociedad tribal, en un
pueblo, los deficientes físicos o mentales viven con la misma naturalidad que
el resto de sus ciudadanos; simplemente “son” personas. En cambio en las
grandes ciudades se hace todo lo posible por evitarlos, “dejan de ser”. No es
usual ver a los ángeles en el infierno, igualmente en las “sociedades del
bienestar” se pretende que todo lo que veamos sea angelical.
7ª Don Quijote, el loco más cuerdo de todos los
cuerdos, es un gran ejemplo de actitud ante la vida. La realidad que le
pretenden no coincide en absoluto con lo que el imagina, siente y quiere; por
ello se enfrenta a lo dispuesto por los demás con un enorme valor y dignidad.
Cuanto tenemos que aprender todos de éste gran loco.
8ª Los locos no son equivocación de la naturaleza,
pues ésta no puede equivocarse, ni son “Renglones torcidos de Dios”, pues no le
podemos considerar tan injusto. El problema está en los hombres en su conjunto.
9ª Los extrovertidos, que echan fuera el lastre de
sus emociones, tienen menos riesgo de enloquecer que los introvertidos que se
guardan para sí las toxinas emotivas con las que acaban envenenándose por no
saber o no querer eliminarlas.
10ª Las personalidades especialmente exquisitas son
más vulnerables que las más zafias; del mismo modo que una taza es más frágil
cuanto de mayor calidad sea la porcelana.
11ª Si bien sería deseable dar un tono optimista
frente a la realidad que nos envuelve, parece interesante incluir un poema de ANEUDIS
R-P-G, recogido en “Poemas del Alma”, titulado:
LA
DESGRACIA
Merodeando por las calles,
Caminando por la plazas,
Se inmiscuye entre las vidas
Desafiando la esperanza.
Antagoniza la suerte,
El futuro y el presente…
Ella cambia hasta el destino
Y acelera nuestra muerte.
Ahí va ella, entre penumbras…
Como pandora silente,
Disfrazada de alegría
Lleva el cinismo entre dientes.
No hace acepción de personas,
A nadie niega su amor,
Muchos la buscan, a otros llega…
Siempre al compás del reloj.
Su equipaje: la tristeza…
Su meta: causar dolor,
Su remedio es la destreza
Con que enferma el corazón.
Su llegada es noticia
Que anuncia la destrucción,
Es malo saber de ella
Sin previa consolación.
Tiene el rostro de miseria,
Los ojos de depresión,
El hambre trae en su risa,
Soledad en su interior.
Y camina por las calles
Como vagabundo vil,
Deja huérfana la tierra
E infeliz al más feliz.
Por gracia da sufrimientos,
Va vestida de traición,
Su mirada que fulmina
Al mirar alrededor.
Les hablo de la desgracia…
Va rondando por ahí,
Ella no viene a dar gracias,
Sólo viene a destruir.
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