UNA PROFESORA
CON PRINCIPIOS
Carme Hermida es profesora de gallego en la
Universidad de Santiago de Compostela. Hace unos meses llamaba la atención una
publicación en su muro de Facebook en el que pedía no seguir impartiendo
docencia en la Facultad de Ciencias de la Comunicación compostelana. ¿La causa?
Según la propia Hermida, “la gota que colmó el vaso fue el tratamiento
informativo de los medios de comunicación sobre el caso Asunta Basterra”, la
niña hallada sin vida en el Ayuntamiento de Teo
Carmen, que es también concejala de Cultura,
Patrimonio y Normalización lingüística en Teo, publicaba el pasado 28 de
septiembre en su página de Facebook:
“Llevo muchos años impartiendo docencia en la
Facultad de Ciencias de la Comunicación, tantos que por mis aulas pasaron todos
los periodistas licenciados por Santiago antes de la entrada del `Plan
Bolonia´.
Tengo compartido con gran parte de este alumnado
éxitos y fracasos, pero, después de ver estos días la información que hacen – o
que les obligan a hacer -, junto con otros comportamientos que vienen de atrás,
hoy tomé una decisión: en la próxima reunión del Departamento voy a pedir que
me asignen docencia en otra facultad. No sé si lo podré conseguir, pero tengo
que intentarlo. Personal y profesionalmente no tengo fuerzas para gastarlas en
la formación de personas que sabes seguro que se VAN A CONVERTIR en seres morbosos, manipuladores, mentirosos,
despreciativos, pagados de sí mismo e irreflexivos” (publicado en gallego).
Carme nos cuenta que este comunicado “no fue
exactamente motivado por el caso Asunta, fue a causa de una acumulación de
cosas que se ven en los medios de comunicación día tras día”. “El modelo de
información que (im)pusieron de moda los programas de corazón se instaló en
todo el sistema comunicativo, es el modelo imperante. Cunde la idea de que si
no tenemos noticias, las fabricamos”, afirma Carme, “en esta línea está el
mundo de la comunicación, y llega un momento en que hay que decir algo”.
Lo puso en Facebook solo para contarle a la gente
conocida “lo harta que estaba”, y es que la profesora afirma que a una parte de
los trabajadores de la profesión periodística “la ética le queda muy lejos”.
Sus compañeros de trabajo no se pronunciaron, “los de periodismo no han dicho
nada y los de mi departamento están al margen de lo que significa impartir
docencia en periodismo”, afirma Carme. “Me llegaron muchas muestras de apoyo de
los propios alumnos, a pesar de que me enteré de que algunos profesores
comentaron en clase que no estaban de acuerdo con mis palabras”.
Su texto no puede dejar las cosas más claras. Un
caso perfecto para reflexionar, si no los periodistas, sí los docentes y el
público. El periodismo es libre en la medida en que se subordine a la comunidad
a la que sirve, no a la que le paga. La cuestión crucial es que, por ahora, no
hemos sabido dar con la fórmula perfecta para que la propia comunidad pague al
periodista: si esto fuese posible, esa subordinación se convertiría en
independencia.
Cada uno de los adjetivos utilizados por esta
profesora de lingua galega merece una reflexión:
morbosos: no
quieren conocer ni dar a conocer la verdad. Quieren llamar la atención y
venderla. El morbo solo ocupa, satura, no deja espacio a otros temas que puedan
tener que ver con el caso y, además, desinforma: introduce conocimiento falso,
rumores no contrastados… no solo no sabemos más, sino que quizá sepamos menos y
peor.
manipuladores: la verdadera manipulación es la
versión única de la realidad. Rutinas periodísticas, si se lo creen los
comunicadores, pero indefensión por no tener elementos críticos si se lo cree
el público. Están subordinado a esa versión única.
mentirosos: ninguno de los adjetivos que atribuye la
autora es posible sin la mentira, sin inventar la realidad o parte de ella,
seleccionando los acontecimientos de forma parcial o distorsionando el enfoque.
despreciativos: tampoco nada de lo anterior es
posible sin menospreciar a aquellos de los que hablas, a los protagonistas, y
sobre todo al público: si solo les das basura, es porque eso es lo que consideras
que merecen.
pagados de sí mismos: El salario que reciben es el
de miedo al medio para que el que trabajan:
halagos del jefe de marketing por la subida de audiencia, cartera de
publicidad, ascensos y promociones varias. El salario se lo dan entre ellos.
irreflexivos: obviamente, y por eso estamos aquí.
Carme lo tiene claro, no quiere seguir dando clase a
los futuros periodistas y así lo ha pedido en la reunión del Departamento.
Finalmente, según los calendarios de distribución de docencia, esta petición se
cumplirá. “Más que por criterios profesionales, lo hago por dignidad”.
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